lunes, 7 de febrero de 2011

Carmen, con su integridad a cuestas


Recuerdo perfectamente esa noche de 2002 en el Salón México en el centro de la ciudad de México. En el podio había periodistas de renombre como José Gutiérrez Vivo, Julio Scherer, Granados Chapa, Carmen Aristegui y la académica Fátima Fernández Christlieb, la razón de la reunión: la presentación del último libro de la maestra Christlieb. Yo llegué al evento animado a escucharlos a todos ellos, que no a comprar el libro, recuerdo también que no tuve suficiente dinero para adquirirlo en ese momento.

Por esos días, junto a varios queridos compañeros, quienes hoy desempeñan excelentes labores periodísticas, acababamos de iniciar el periódico de nuestro campus de la Universidad del Valle de México y el consejo editorial quería un buen perfil para el número 1 del que llamamos en aquel momento el DVN (Del Valle Noticias). Al finalizar la presentación en ese abarrotado salón de la colonia Centro, tuve la oportunidad de acercarme a Carmen Aristegui, me saludó muy amablemente, tal como si me conociera. Le pregunté si podía hacerle un par de preguntas para el primer número de nuestro semanal, accedió de inmediato. Me habló de la importancia de analizar la responsabilidad en los medios, de evitar la retórica y ser pragmático con nuestra ética laboral, entre otras palabras. Al final nos deseó mucho éxito con la pequeña publicación y en nuestra vida profesional. El perfil lo publicamos en el primer número, fue un éxito, recuerdo.

Luego de unos años volví a ver a Carmen, nos cruzamos en un evento en el WTC del DF. Me observó y sonriente preguntó: -¿Cómo estás?-, sin recordar mi nombre, pero claramente sí mi rostro. -Bien, bien, gracias, Carmen. -¿Qué has hecho?, cuéntame-, volvió a preguntar. -Me volví periodista, ahora trabajo en El Universal-, le respondí en ese momento. -Excelente-, sonrió y se fue tras un beso. No podía creer que recordara mi cara después de tanto tiempo.

Esta mañana me enteré de su salida de MVS tras dos años por una información que pareció incómoda a la presidencia de la República, respecto al posible alcoholismo del presidente Calderón. Aparentemente le exigieron leer una carta que venía redactada desde Los Pinos, ella se negó, la dirección de MVS decidió. De haber sido esta la actitud de Carmen Aristegui lo único que me confirma es que ella ha cargado con su integridad de la que me habló en el Salón México, que vive con la ética de la cual me contó. Cada tarde (de estas latitudes, mañanas en México) la escuchaba. Espero pronto volverlo a hacer y ojalá un día nos volvamos a encontrar, en cualquier lugar.

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