Ayer estuve siguiendo a la distancia el IAB Conecta 2011. El evento está dirigido a profesionales del marketing y de publicidad que buscan acercarse a internet como plataforma para sus estrategias. Me parece excelente que se generen estos espacios en México, que haya -por fin- en nuestro país estos foros para quienes buscan compartir ideas para "vender" y generar recursos para las páginas de internet. Además, aplaudo diplomados y eventos académicos para quienes por años buscaron capacitarse en esta área. Ya en algún foro comenté sobre la importancia de tener dentro de nuestros equipos web a personas dedicadas exclusivamente al marketing, a la publicidad y a las ventas digitales.
Por otro lado, a reserva de lo que pueda pasar hoy, escucho y veo otra vez intervenciones de ejecutivos de diferentes empresas que hablan de sus casos de "éxito" para el refresco o el automóvil representativo de su marca. Al mismo tiempo, veo un entusiasmo desmedido por las redes sociales, como lo hemos venido percibiendo desde hace un par de años, entusiasmo que ciega las infinitas posibilidades que tiene la red en materia de marketing (permítaseme este apunte sin ser experto en la materia, pero sí al haber sufrido al generar ingresos al momento de dirigir un sitio de noticias). Ya, también, en algún momento citaba a Peter Shankman, un experto en marketing -hoy metidísimo en medios digitales- que nada más tiene como clientes a la NASA, al Gobierno de EU, Haworth, Disney, Foley-Hoag LLP, American Express, entre otros pesados, quien sostiene que no a todas las marcas les conviene una campaña digital. Este joven especialista en publicidad sostiene incluso que él nunca se atrevería a contratar a un "experto en redes sociales", incluso abre este artículo diciendo que iba llamar a su texto "Todos los 'expertos' en redes sociales deben morir incendiados" -fuerte a mi juicio-. Reproduzco un párrafo a reserva de que le den una mirada:
We’re making the same mistakes that we made during the DotCom era, where everyone thought that just adding the term .com to your corporate logo made you instantly credible. It didn’t. If that’s all you did, you emphasized even more strongly how pathetic your company was. You weren’t “building a new paradigm while shifting alternate ways of focusing customers on the clicks and mortar of an organizational exchange.” No -- you were simply an idiot who’d be out of business in six months.
viernes, 29 de julio de 2011
martes, 19 de julio de 2011
¡Los benditos comentarios!
Ah... Nada, de verdad, nada me gusta leer más que los comentarios en las notas. Creo que algo de lo que me molestaba más cuando inicié en esto del periodismo digital era que en la página de La Crónica de Hoy no teníamos la opción para que los lectores dejaran sus opiniones, comentarios, sentimientos, mentadas de madre, etc. Sí, lamenté por mucho tiempo que no dejaramos que los lectores se explayaran al final del texto a su gusto.
Sin embargo, luego, al trabajar en otras páginas, me di cuenta de la censura que muchos sistemas automáticamente aplican a esos sentimientos que la gente -la mayoría de las veces bajo seudónimos- expresa abiertamente sobre el tema tratado o sobre el autor. Claro que leer improperios no es lo que nos deje con mejor sabor de boca a quienes escribimos, me pregunto qué pensaran algunos columnistas que aparecen en televisión y que han sido etiquetados bajo una filiación política sobre las palabras altisonantes en sus columnas, de hecho creo que nunca he leído a uno de ellos desafiando un debate en los comentarios.
A pesar de ser duros, rudos, sarcásticos, violentos, amenazantes... sin duda los comentarios en las notas es una gran forma de observar cómo piensa el lector. Es por eso que prohibirlos, reducirlos, censurarlos, bloquearlos o filtrarlos es un ataque a quienes nos hacen el favor de leernos. Si un lector no coincide con el autor está en todo su derecho de expresarlo; pero también está en todo su derecho de coincidir y de felicitar a quien escribe. La dinámica comunicativa se cumple cuando se está o no de acuerdo con el emisor. Es decir, al opinar se ejerce un ejercicio de pensamiento, el cual es muy útil, valioso y necesario en nuestros tiempos.
Una opción para hacer que nuestros usuarios opinen identificándose es utilizar aplicaciones para hacerlo desde nuestros Facebook o Twitter.
¡Qué vivan los comentarios!
Sin embargo, luego, al trabajar en otras páginas, me di cuenta de la censura que muchos sistemas automáticamente aplican a esos sentimientos que la gente -la mayoría de las veces bajo seudónimos- expresa abiertamente sobre el tema tratado o sobre el autor. Claro que leer improperios no es lo que nos deje con mejor sabor de boca a quienes escribimos, me pregunto qué pensaran algunos columnistas que aparecen en televisión y que han sido etiquetados bajo una filiación política sobre las palabras altisonantes en sus columnas, de hecho creo que nunca he leído a uno de ellos desafiando un debate en los comentarios.
A pesar de ser duros, rudos, sarcásticos, violentos, amenazantes... sin duda los comentarios en las notas es una gran forma de observar cómo piensa el lector. Es por eso que prohibirlos, reducirlos, censurarlos, bloquearlos o filtrarlos es un ataque a quienes nos hacen el favor de leernos. Si un lector no coincide con el autor está en todo su derecho de expresarlo; pero también está en todo su derecho de coincidir y de felicitar a quien escribe. La dinámica comunicativa se cumple cuando se está o no de acuerdo con el emisor. Es decir, al opinar se ejerce un ejercicio de pensamiento, el cual es muy útil, valioso y necesario en nuestros tiempos.
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