Raras son las oficinas donde un reportero le nace escribir además de su redacción.
En el piso 22 de un edifico blanco de paseo de
El entrar al edificio no se compara con la sensación de bajar del elevador y encontrarse con una de las oficinas más divertidas en que se pueda trabajar en la ciudad de México.
Los nuevos espacios fueron diseñados por el despacho de arquitectos Space bajo la batuta de Amalia Franke, arquitecta Googler brasileña, quienes evidentemente desarrollaron los espacios de acuerdo a lo que las oficinas del popular buscador tiene acostumbrado, -como aquellas de Suiza que tienen toboganes-.
El 80 por ciento de estas oficinas es vista, comenta Marisol Alcelay, de la agencia de Relaciones Públicas de la compañía. De acuerdo, siendo el piso 22 se domina fácilmente Reforma, Chapultepec, Lomas de Chapultepec, Polanco y gran parte del Distrito Federal, una vista con la que bien podrían actualizar el Google Streets de la ciudad sin problema.
John Farell, director de Google México, va y viene por entre los cubículos blancos de trabajo. Desde uno de los extremos, frente a una de las salas de juntas, que como característica tienen el nombre de chiles mexicanos (chipotle, pasilla, jalapeño, etc.), responde a la pregunta de cómo describe la oficina con un gentil grito: “¡esta oficina es muy Google!”.
Así es, la oficina es íntima, cómoda, no como las tendencias arquitectónicas de este tiempo, sino como la tendencia de la compañía desde California. Hay pasillos que llevan a un Rock Band, otros que van a otra consola de videojuegos, círculos rojos, amarillos y verdes en la alfombra, pelotas de los mismos colores que se pueden patear.
Al fondo el “Café Tacuba”, la cafetería de la oficina, pero antes de eso, una salita envidiable, cada martes y jueves viene una masajista a desestrezar las espaldas cansadas de los googleros.
Una junta de negocios suena en la sala Chipotle. Es John que muestra a un potencial cliente las bondades de trabajar de la mano con el buscador.
A unos pasos de la sala el café está casi listo, a un lado de la cafetera hay una puerta, lleva a una terraza increíble en la que se ve claramente el lugar donde falleciera el ex secretario de Gobernación.
Son las ocho de la noche, la oficina se va quedando un tanto vacía, al fondo del mismo pasillo se escuchan risas, no es el cierre de un nuevo cliente, es Mike, Ana Paula, Aarón, Ana Sofía, Jorge, Diego y Santiago que acaban de retar a John en la consola.
Dejo la máquina en el escritorio, porque detrás de John sigue su servidor.
Unas imágenes cortesía de Ana Paula Blanco: